lunes, 14 de febrero de 2011

La nueva Blancanieves

En el taller de teatro que estoy haciendo me dijeron que vuelva a reescribir el cuento de Blancanieves. Me puse manos a la obra y esto es lo que me ha salido. Espero que os guste.

En un país muy lejano, vivía una Reina algo vanidosa. Vivía junto con su hijastra. La princesita que respondía al nombre de Blancanieves. La princesita necesitaba para caminar la ayuda de unas muletas, ya que de muy pequeña había sufrido una enfermedad rara, la cual le había dejado casi sin fuerzas en sus piernecitas. La dos mujeres eran una belleza espectacular de estas que los hombre las ven y se les cae todo lo que se les tenga que caer.

La madrastra de Blancanieves tenía un espejito mágico y todos los días le preguntaba al espejito:

- Espejito, espejito, ¿Quién es la mas bella del reino?
- Usted mi señora, usted sin duda alguna es la más bella del reina. Decía día tras día el espejito.

Pasaron los días, los meses y los años y Blancanieves se había convertido en una linda mujer, pero para caminar seguía necesitando de la ayuda de unos aparatos en sus piernas y unas muletas para apoyarse.

La vanidosa madrastra seguía con su espejito. Pero un día el espejito cambio su respuesta y dijo:

- Mi señora, depende.
- ¿De que depende? Dijo la madrastra toda mosqueada.
- De según como se mire, todo depende. Contesto el espejito.
- ¡A ver!, explícame eso de según como lo mires todo depende. ¡Mira que me estás haciendo un lío! Dijo la madrastra cada vez mas mosqueada.

El espejito con voz guasona siguió diciendo:

- Si mi señora, yo con muchísimo gusto le explico. Mire usted, si cierro el ojo izquierdo y solo miro con el derecho sigo viendo que usted es la más bella del reino. Pero si por el contrarío cierro el ojo derecho y miro solo con el solo con el izquierdo la cosa ya cambia.
- ¿Cómo que cambia? ¡Explícate! Replico la madrastra cuya ira iba aumentado por segundos.
- Señora según mi ojo izquierdo es Blancanieves la más bella del reino.

El cólera de la madrastra llego a su máximo nivel y no paraba de repetir una y otra vez:

- No, no, nooooooo. Eso no puede ser mi belleza no puede ser compartida con nadie y muchos menos con una niña como ella. Tengo que librarme de esa inútil que no puede hacer nada.

Entonces, llamó a un leñador de la corte y le encargo que se llevara a Blancanieves al bosque. Una vez en bosque, la matara y como prueba le llevara su corazón.

El leñador y la princesa Blancanieves salieron a dar un paseo por el bosque.

- ¡Jolines, tío! No vayas tan deprisa. ¿No te das cuentas que mis brazos no avanzan tanto como tus largas piernas y me llevas con la legua arrastrando por el suelo?

Al llegar al centro del bosque donde no tenían acceso ni las águilas, la joven princesa que era mucho más inteligente de lo que todos pensaban, se dió cuenta de las verdaderas intenciones del leñador. En un descuido de éste, cogió una de sus magnificas muletas y le dió un muletazo en la cabeza que de un golpe lo dejó inconsciente.

- Toma, toma, para que luego digáis que no sirvo para nada. Decía Blancanieves con cara satisfacción mientras corría lo mas deprisa posible para alejarse del leñador antes de que éste despertara.

Cuando el leñador despertó se dió cuenta que había sido abatido por Blancanieves de un solo golpe y pensó:

- De ésto no se puede enterar nadie y mucho menos la Reina. Si llegará a enterarse me mataría.

Así que el leñador le da el corazón de un pobre ciervo que no tenía culpa de nada, se lo entregó a la Reina como si dicho corazón fuera el de Blancanieves.

Mientras la joven princesa corría con todas sus fuerza hasta que llegó a una casita que había en medio del bosque. Entró y vió toda la casa mangas por hombros.

- Aquí solo viven hombres, todos son iguales de desordenados. Pensó la linda princesa.

Pero como iba tan cansada decidió echarse la siesta con tan mala suerte que las habitaciones estaban arriba y no podía subir las escaleras.

- Bueno… me quedo aquí en este sofá y después si tengo ganas arreglaré éste desbarajuste. Dijo Blancanieves en plan pasota.

La casa pertenecía a 7 hombrecillos que trabajaban en la mina y todas las tardes volvían a casa cantando:

- aijob Aijob a casa a descansar…

Ese día se encontraron una sorpresita. En la casa había una jovencita que era guapísima pero llevaba aparatos y muletas. Unos pensaba que debería quedarse y otros que debería irse ya que no les servirían de nada, ya que no podría hacer nada. Blancanieves con mucha educación dijo:

- ¿Quienes os creéis que sois para decir lo que puedo o no puedo hacer? No tengo que demostraros nada a ninguno. Tengo mis limitaciones así como vosotros tenéis las vuestras. Me quedaré y entre todos llevaremos esta casa y no hay mas que hablar.

Al día siguiente el leñador entregó a la madrastra el corazón del ciervo. Toda contenta cogió su espejito y le hizo la pregunta.
- Espejito, espejito, ¿Quién es la mas bella del reino?
- Depende. Dijo el espejito.
- ¿Cómo respondes eso si Blancanieves esta muerta? Preguntó todo sorprendida.
- No, Blancanieves no esta muerta, vive en la casita del bosque junto a los enanitos. Contestó el espejo ya cansado de tener que contestar día tras día la misma pregunta.

La furia de la madrastra llegó a su límite. Entonces envenenó una manzana, se vistió de viejecita y tomo el camina hacia la casita de los enanitos con la intención de de dar la manzana a Blancanieves y envenenarla.

Cuando llegó a la casita de los enanitos Blancanieves que no tenía un pelo de tonta se percató enseguida de quién era la viejecita y las intenciones que llevaba y aún así se acercoó a ella y le preguntó:

- Que llevas en esa cesta.
- Unas ricas manzanas, contesto la anciana. ¿Deseas una? Siguió preguntándole.
- Si, si. Respondió Blancanieves toda ilusionada. Y pensado: si te crees que me vas a matar, estas lista.

La joven cogió la manzana, hizo como que le dio un mordisco e inmediatamente se cayó redonda al suelo. La madrastra loca de contenta se fue al castillo.

Al rato de irse la Reina, llegaron los enanitos y al ver a Blancanieves tirara en el suelo pensaron que estaba muerta, cuando la llevaban a enterrar se encontraron con un apuesto príncipe de un país lejano y les preguntó:

- ¿Qué lleváis ahí?
- El cuerpo de una bella muchacha. Respondiendo los hombrecillos.

Cuando el príncipe la vió se quedó prendado de ella e iba a darle un romántico beso pero cuando miró a su piernas se dioó cuenta que llevaba unos aparatos, se quedó pensativo. Entonces Blancanieves abrió los ojos y dijo:

- ¡Jo tío, me quieres besas ya de una puñetera vez! No por nada, sino porque si me besas me despertare y podré irme a otro reino lejano. Así mi madrastra dejará en paz al espejito y por lógica me dejara en paz a mí.


Paqui Villacañas Jimena