miércoles, 20 de julio de 2011

Richmal Crompton

Fue el segundo de los vástagos del reverendo anglicano Edward John Sewell Lamburn, pastor protestante y maestro de la escuela parroquial, y de su esposa Clara, nacida Crompton. Su hermano mayor, llamado John Battersby Crompton Lamburn, fue también escritor bajo el pseudónimo de John Lambourne, y se le recuerda principalmente por su novela de fantasía The Kingdom That Was (1931).
Richmal Crompton acudió a la School St Elphin's para hijas de clérigos anglicanos y ganó una beca para realizar estudios clásicos de latín y griego en el Royal Holloway College, en Londres, donde se graduó de Bachiller en Artes. Formó parte del movimiento sufragista de su tiempo y volvió para dar clases en St. Elphin's en 1914 para enseñar autores clásicos hasta 1917; luego, cuando contaba 27 años, marchó a la Bromley High School al sur de Londres, como profesora de la misma materia hasta 1923, cuando, habiendo contraído poliomielitis, quedó sin el uso de la pierna derecha; a partir de entonces dejó la enseñanza, usó bastón y se dedicó por entero a escribir en sus ratos libres. En 1919 había creado ya a su famoso personaje William Brown, Guillermo Brown, protagonista de treinta y ocho libros de relatos infantiles de la saga Guillermo el travieso que escribió hasta su muerte. Sin embargo, también escribió no menos de cuarenta y una novelas para adultos y nueve libros de relatos no juveniles. No se casó nunca ni tuvo hijos, aunque fue al parecer una excelente tía para sus sobrinos. Murió en 1969 en su casa de Farnborough, Kent.

sábado, 16 de julio de 2011

«Luchamos contra la invisibilidad»



5.07.11 - 02:41 CHELO TUYA GIJÓN.


La entidad gijonesa cumple una década en defensa de los derechos de las mujeres con discapacidad, a las que considera «marginadas»
Amdas La Fonte celebra su décimo aniversario con una fiesta en La Arena


Nueve nombres -Sila Murillo, Mercedes Vieites, Demetria Cueva, Maite Fernández, Olga Álvarez, Loli Parajón, Tensi Rama, Tina Alonso y Teresa Lavín- para diez años. Aunque el de la primera, la presidenta, podría contar por dos, por su imparable actividad, lo cierto es que en su multiplicada presencia en los medios Sila Murillo siempre habla de «su equipo». Con el que, hace diez años, puso en marcha una nueva asociación de discapacidad, aunque la primera con las mujeres como exclusivas protagonistas. La primera que nacía «para acabar contra la invisibilidad. La nuestra, la de las mujeres en silla de ruedas».
En 2001 comenzó su andadura Amdas La Fonte, una asociación que nunca llevó el calificativo 'minusválida' en sus siglas, ya que siempre rechazó «que nos consideraran menos válidas que nadie. Ni somos niñas, ni somos tontas. Somos mujeres y tenemos derechos. Pero estamos marginadas».

El sexo existe

Estas frases han sido repetidas hasta la saciedad por Murillo, en un mensaje que logró sus primeros frutos en 2003. En aquel momento, el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) se convertía en el primero en España en disponer de una mesa ginecológica adaptada para mujeres con discapacidad.
Aquel mes de febrero, Sila Murillo recordaba cuando años atrás otro ginecólogo le preguntaba extrañado que para qué quería ella anticonceptivos «porque pensaba, como piensan muchos, que para nosotras el sexo está vedado».
Nada más lejos de la realidad, Murillo y sus compañeras siempre han defendido que las mujeres con discapacidad, tanto física como intelectual, «tienen derecho a vivir su vida de la forma más independiente posible», lo que implica disfrutar de pareja, «aunque muchos padres no lo entiendan».
Así comenzaron sus primeras charlas sobre sexualidad y discapacidad, reuniones en las que más de una madre se sentía avergonzada «porque se daba cuenta de que trataba a su hija como a una niña, cuando ya era toda una mujer».
Barreras médicas, sexuales, arquitectónicas... Amdas La Fonte decidió que, para hacer comprender mejor su mensaje, lo mejor sería llevar a su terreno a los representantes políticos. Ese fue el comienzo del ya clásico concurso de tortilla sobre silla de ruedas, por el que los últimos años han pasado representantes de las administraciones regional, local, de los medios de comunicación, de la vida social y artística... Todos obligados a ver el mundo desde la altura de una silla de ruedas.
Con ello han logrado avances, como el control de las plazas de aparcamiento, los accesos sin escalón, pero aún quedan peros pendientes. Los que recordarán el viernes, en el Centro Municipal de La Arena, con una fiesta al mediodía. Buscando la máxima visibilidad-

EL COMERCIO.ES