TIJUANA, Baja California(PH)
Desde los ocho meses de edad, Sarita Garibay se enfrentaba, sin quererlo, a un panorama adverso; la poliomelitis hizo estragos en sus brazos y piernas; fue en los cincuentas cuando la enfermedad causó estragos en el País.
Luego de tratamiento ortopédico, Sarita logró recuperar al 100% la función en los brazos, no así en las piernas. Por más de 34 años, un par de muletas han sido sus compañeras, sus confidentes y su apoyo en este arduo camino.
Ser mujer y contar con una discapacidad fueron dos situaciones adversas para el desarrollo profesional y personal de la doctora Sarah.
A sus 58 años de edad, la doctora afirmó que su discapacidad la hizo más fuerte y decidió dedicarse a la medicina, mundo que no había sido distante para ella porque fue paciente prácticamente desde que nació.
Hoy, la doctora Sarah Estela Garibay Anaya ofrece consulta en el Centro de Salud de la colonia Francisco Villa en donde diariamente atiende unos 20 pacientes y a ellos les da tiempo y dedicación.
Los anhelos
La inspiración de Sarah para convertirse en médico estuvo siempre a su lado; la figura más representativa de su vocación era el ortopedista Alfonso Tohen Zamudio, quien trataba los efectos de la polio en Sarah.
“Yo fui paciente muchos años y el haber vivido en medio de esta situación me hizo ponerme en los zapatos del otro, y luego decidí que esto era lo mío”, dijo la doctora Garibay.
Así estudió la carrera de médico cirujano en la Universidad Autonoma de Guadalajara (UAG), después hizo una especialidad en una universidad de Veracruz sobre salud pública y otro más en la universidad Iberoamericana en Tijuana sobre Terapia Familiar.
La doctora Sarah decidió entregarse a su profesión, se independizó de su familia a los 23 años y fue forjando su especialización profesional.
Los obstáculos
Ser mujer fue uno de los principales obstáculos que la doctora Sarah Garibay enfrentó casi al mismo tiempo que la discapacidad.
Y no precisamente porque sus jefes hayan sido hombres misoginos; sus propias compañeras de trabajo la hacían tropezar.
“Yo puedo entender la misoginia de un hombre, pero entre mujeres va más allá de una competencia sana, era una rivalidad desmedida, mala”, narró.
Y luego la discriminación por su enfermedad y sobre todo de una institución pública de salud en donde ella quería estar para servir.
“Hace unos años fui llamada para ocupar la jefatura de medicina preventiva en la clínica 27 del IMSS, previendo la situación, les dije que si estaban seguros de que podría ocupar el puesto por lo de mi discapacidad y me dijeron que sí. A tres días antes de que asumiera el cargo me dijeron que siempre no por mi discapacidad”, explicó.
Después la doctora fue invitada por la Secretaría de Salud y lleva más de un año como empleada de base y agradece a las autoridades por creer en ella.
“Yo les digo a las mujeres y a los discapacitados que no se rindan porque la vida sigue adelante. “Tener una discapacidad no te hace distinto te hace desarrollar capacidades que antes siquiera que tenías y que de la misma forma te pueden llevar a desarrollarte plenamente como profesionista y como persona.
“Yo no soy ejemplo de nada, soy prueba de que las cosas por las que una lucha con pasión se cumplen porque no soy un gigante, estoy sentada en los hombros de uno que lo han conformado muchisimas personas que me han apoyado”, manifestó.
“Ningún paciente se debe quedar sin atención médica pese a la falta de recursos”.
Guadalupe López Dueñas
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