miércoles, 10 de octubre de 2018

¿POR QUÉ MUERTE DIGNA ANTES DE VIDA DIGNA?

En la antigua Grecia, los espartanos eliminaban a los recién nacidos con diversidad funcional (discapacidad) arrojándolos desde el monte Taigeto, en el siglo XX los nazis exterminaban a las personas con diversidad funcional enviándolas a las cámaras de gas, en el siglo XXI a esas mismas personas se nos convence de que no tenemos una vida digna, que no somos dignas de vivir, y se nos ofrece, con soniquete condescendiente, la eutanasia como solución triunfal.
Y nosotr@s, las personas con diversidad funcional, aplaudimos o guardamos un estúpido silencio.
Pero ¿por qué se nos brinda el derecho a una “muerte digna” en vez de promover, apoyar y garantizar una vida digna? ¿Por qué no se respetan y garantizan nuestros derechos humanos?
Porque unas pensiones no contributivas de 300 € y pico no garantizan una vida digna. Ni la vulneración del derecho a una vivienda digna consignado en el artículo 47 de la Constitución Española tampoco.
Una Ley de Dependencia cuyos servicios estrella son la ayuda a domicilio ( muy limitada en cuantía horaria y que te condenan al arresto domiciliario) lo que te hace sentir un mueble pesado que estorba a la familia, al sistema y a la propia libertad individual; y el servicio de residencias, que claramente vulnera el artículo 13. De la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el artículo 19 de nuestra maltrecha Constitución Española del 78.
La educación inclusiva (que sería un gran garante de igualdad de oportunidades y de socialización del colectivo) cada día tiene más dificultades para que sea una realidad, por falta de medios económicos y de voluntad política.
El desempleo del colectivo alcanza al 80 % (eso siendo muy optimistas) hablamos del empleo ordinario, no del protegido, pues consideramos que es un foco de explotación laboral y guetifica de est@s trabajador@s.
Todo ello nos condena a la dependencia de la familia o a la institucionalización forzosa.
El sistema sanitario no se salva del calificativo de inaccesible tampoco; desde pruebas diagnósticas muy estandarizadas, mobiliario y utensilios no adaptados, hasta recintos sanitarios poco accesibles.
Las barreras arquitectónicas, urbanísticas, en el transporte y la comunicación siguen siendo un lastre importante para nuestra inclusión, a pesar de tener normativas muy avanzadas, y de la lucha concienzuda de un@as poc@s.
La imagen social (muy discordante con los cánones y preceptos establecidos como normativos) y el lenguaje que nos denomina son peyorativos (inútil, minus-válid@, deficiente, dis-capaz) tampoco ayuda a la dignificación como individuos y como colectivo.
En cuanto al llamado aborto eugenésico constituye una discriminación valorativa de la vida de las personas con diversidad funcional.
Con todo esto, repito la pregunta: ¿por qué se nos brinda el derecho a una “muerte digna” en vez de promover, apoyar y garantizar una vida digna?
En general, vemos que se esconde a todo colectivo que no cumpla con los estándares fisicos y sociales establecidos, como es el caso de las personas mayores (cuyas instutuciones residenciales se ubican, en la inmensa mayoría de los casos, en la periferia de pueblos y ciudades, alejadas de la vista de la ciudadana o el ciudadano estándar.
Siempre que reflexionamos sobre estos temas, se nos viene a la mente la novela distópica “La Fuga de Logan”, escrita por William F. Nolan y George Clayton Johnson, en la cual se nos habla sobre una sociedad en la que tod@s sus ciudadan@s de 30 años, ya estandarizad@s según unos cánones de belleza, juventud y agilidad física determinadas, son obligados a entrar en “el Carrusel” el mismo día de su cumpleaños, a fin de exterminarl@s.
La humanidad avanza... No sé hacia donde, pero avanza.
                                                                                                                           Trini Recio

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