lunes, 24 de octubre de 2011

María José Moya: «Sin piernas, yo bailo con los ojos, con el alma, ¡con todo!»

«Si había enterrado el sueño de ser actriz, ¿adónde iba a llegar con el baile? Pues hoy sé que si deseas algo con la suficiente fuerza se cumple». «Yo soy coja, y ahora ni eso, porque voy en silla de ruedas, pero toda mi vida lo he sido. ¿Y para qué buscar otra palabra? ¡Qué complicado!»

VIRGINIA RÓDENAS
Día 19/10/2011


MIGUEL BERROCAL



Esta andaluza criada en Barcelona fue baloncestista paralímpica en Barcelona 92

Cuántas veces dijo «no será posible»?

-Con 7 años y muchas lágrimas enterré el sueño de ser actriz. Lo impactante fue que cuando el año pasado empecé con la danza volvió a aparecer la frase «ten cuidado con lo que sueñas». Yo ya bailaba, estaba haciendo los talleres de baile... Y eso estaba ahí. Llevaba siete años actuando en teatro amateurcon un grupo de Lleida, pero ahora sentía lo que es ser bailarina. Y si había enterrado el deseo de ser actriz, ¿adónde iba con el baile?, ¿cómo decir a mi familia que quería bailar? ¡Era el colmo! Pues hoy sé que si quieres algo y lo deseas con la suficiente fuerza se cumple el sueño. A mí me ha pasado.

-¿Y cómo se baila sin piernas?

-Con los ojos, con el alma, ¡con todo!

-¿Qué le da la danza, la música?

-Vida. Es magia. Me encanta la frase «bailar es soñar con los pies». Pero también es analgesia, vitaminas...

-Y cuénteme, ¿cómo es la vida sin caminar?

-Es que si creces así ni te lo planteas. Con 18 meses me contagié con el virus de la polio. Había una gran pandemia y en España no se había instaurado aún la vacuna. Por mi enfermedad, mis padres decidieron emigrar desde su pueblo, cerquita de Sevilla, a Barcelona, que era donde me habían operado por primera vez. Allí me crié, conocí a mi marido y tuve a mis dos hijos. Intentas entrar en la vida laboral, y hablo de los años 70, cuando contratar a un cojo era aún más complicado, pero una vez que estás ahí empiezas a normalizarte, te independizas y no te cuestionas nada. Cuando tuvimos a nuestro primer hijo la familia se echaba las manos a la cabeza porque al salir de la clínica decidí irme a mi casa con mi niño y mi marido, que también va en silla de ruedas. ¿Y adónde creían que iba a ir, a casa de mi madre o de mi suegra a que me dieran sopitas? No, no, a mi casa y ya me apañaré. Tenía muy claro que tenía un hijo para ser responsable y no para seguir colgada de mis padres.

-Se llama a sí misma «coja». Usted no se anda con rodeos: a las cosas, por su nombre.

-Siempre. Yo soy coja, y ahora ni eso, porque voy en silla de ruedas, pero toda mi vida lo he sido. ¿Y para qué buscar otra palabra? ¡Qué complicado! Manco, cojo... La verdad es que me dicen «¡qué bruta eres, Jose!». Ahora nos llaman «personas con diversidad funcional», pues vale... y ahí lo engloban todo: al cojo, al ciego, al manco...

-Su cojera no la paró ante nada. Fue jugadora de baloncesto y participó en Barcelona 92.

-Empecé a jugar al baloncesto con 12 o 13 años. Desde hace cinco años voy en silla de ruedas, pero antes caminaba con muleta, aunque el deporte adaptado es siempre con silla. Jugué hasta los 33 años. Pero ha costado mucho que arrancara el baloncesto femenino en España, así que imagine el baloncesto adaptado, ¡el colmo! Incluso para los JJ.OO. de Barcelona costó muchísimo que arrancara la selección femenina sin apoyo de la Federación. Y sin ese respaldo es muy difícil... Si quieres hacer deporte lo tienes que sacar de tu trabajo, tus vacaciones, y teníamos competiciones europeas, los mundiales... Un gran sacrificio. Y todo por amor al arte, pero cuando algo te gusta...

-¡Cuánto aprenderán de usted sus hijos!

-Están orgullosos, pero ellos no ven a sus padres como algo extraordinario, para ellos sus padres son como los demás, y eso es lo que más me gusta.

-¿Temió que pasaran por lo mismo que usted?

-Ufffff. Tras una de las vacunas de calendario que le pusieron al mayor, se quejó de la pierna y la encogía. El pediatra me dijo que podía ser que le hubieran cogido un nervio, pero también que la misma vacuna provoque la enfermedad. Y yo tan fría, se lo prometo. Porque ante las cosas hay que buscar solución y vivir. ¿No me había pasado a mí y estaba ahí? Me da más miedo cuando salen por la noche.

-¿Su próximo desafío?

-Que «Black Out» tenga muchos bolos y podamos enseñarla, porque vale la pena. Y como la vida me ha ido regalando tantas cosas, coger lo que venga, estar atenta para pillarlo y que no se me escape nada.



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