No se reconoce ningún mérito a pesar de que los tiene todos: coraje, valentía, simpatía y humildad. La parálisis infantil y la polio mermaron casi por completo su capacidad física, pero no su inteligencia ni su sensibilidad. Licenciada en Derecho, pintora y coordinadora intercontinental de Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad (Frater), a diario celebra la vida y se despierta entonando los versos de Serrat: "Hoy puede ser un gran día".
Cocemfe le ha dado el premio Voluntad 2009 en su primera edición por su arrojo y valor.
Yo creo que eso no es ningún mérito porque mis padres me han enseñado que tengo que hacer lo que pueda hacer y a hacerlo lo mejor que pueda. Y eso es lo que hago.
Que una persona que solo tiene movilidad en su pie izquierdo sea licenciada en Derecho, pinte cada año una docena de cuadros y además sea la responsable en cuatro continentes de una organización cristiana es admirable.
Cada uno hacemos lo que podemos, si hubiera hecho una carrera de 100 metros en un tiempo récord sí que tendría mérito, pero hago lo que puedo porque la cabeza y la inteligencia no la tengo con discapacidad.
¿Qué opina de que casi el 20% de personas con discapacidad de la C. Valenciana no reciba asistencia personal de ningún tipo?
Yo pienso que estamos muy acostumbrados a que siempre haya sido así; siempre hemos tenido carencias porque tenemos muchas necesidades. El día a día de una persona con discapacidad genera unas obligaciones que hay que cubrir porque somos parte de la sociedad en la que hemos nacido.
Las personas con discapacidad, ¿son suficientemente peleonas?
Tendríamos que salir más a la calle, por eso es útil estar en asociaciones porque seríamos más fuertes y nos harían más caso. Esto lo decimos mucho en Frater, porque ahí no solo rezamos sino que también realizamos una función social de revindicar los derechos de accesibilidad, visibilidad...
¿Cómo podrían sensibilizar al Gobierno?
Eso es muy difícil, pero hay que estar en los organismos donde se toman las decisiones para dar nuestra opinión. Tenemos que ser como la piedra que está en el zapato, que siempre está molestando un poco, pero la piedra a quien más molesta es a nosotros y también nos cansamos de estar con la espada siempre en alto.
Hay que ponerse en el lugar del otro.
Es muy difícil, porque nadie sabe lo que necesitamos. Que te quieras duchar y que no puedas... Ponerse en el lugar de alguien que tiene menos capacidades físicas que tú... es difícil, nadie quiere ponerse en nuestro lugar, por eso no se hacen las cosas que deben hacerse y por eso tenemos que estar ahí, reclamando nuestras necesidades y recordando que también somos esta sociedad.
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