Cuando los tiempos se prevén malos para las sociedades en general, me echo a temblar pensando en qué podrán deparar esos tiempos a los más débiles, a los menos protegidos, a los marginados a los desheredados de las sociedades, a los mudos porque nadie quiere escucharlos, a los invisibles porque nadie quiere mirarlos. Entiendo porque acaba siendo siempre así, que primero hay que salvar el supuesto orden establecido de la normalidad social y económica, que decrecerá sin duda, porque hay que preservar e incluso mejorar y transformar una vez más, al diablo, es decir al gran sistema, llamado capitalismo dominante y devorador o eufemísticamente de mil formas más porque lo que importa es confundir y despistar para que no nos demos cuenta a tiempo.
¿Qué será de nosotros, los del eslabón perdido? ¿Qué será de aquellos que vivimos bajo el paraguas de la dependencia, de la discapacidad, de la enfermedad, del empleo explotado, cuando no del desempleo, los pocos que una viven o vivimos del ridículo y miserable pensionismo, los que ni siquiera eso, pero a los que este hipócrita y desvergonzado sistema aun se atreve a designarnos como ciudadanos “protegidos”?
Solo el pensarlo me da miedo y sin embargo siento la imperiosa necesidad, una vez más de advertirlo, aun sabiendo que otra vez mis advertencias no servirán más que para que muchos más de los “míos” no me quieran comprender, por eso de que soy tajante, otros dicen radical y no es más que no me ando con blanduras ni con putos eufemismos. Doble peligro, doble advertencia, cuando en un colectivo hay que andarse por las ramas porque empieza a ser pecado llamarle al pan, pan y al vino, vino.
La realidad no es otra que nuestro Estado inventa leyes que no cumple, salvo en la reversión del dinero, porque ni siquiera preocupan al propio sistema jurídico aunque colisionan con los derechos humanos firmados y establecidos, pero no deja de derrochar en ello. Sigue invirtiendo cantidades multimillonarias en euros que deja al recaudo de los pancistas del sistema, las más de las veces “nosotros” mismos que dicen representarnos, seguramente compinchados con el insoportable y pesado ejército de lapas y parásitos, el corpus administrativo, que configuran las estructuras y parcelas de esos ciudadanos “protegidos” haciéndose ellos cada vez más poderosos y ricos.
Y mientras, nosotros aquí con estos pelos, desorientados, desinformados, adocenados, amansados, divididos, y entre tanto amordazados que para eso están primero en línea de representación, nuestras asociaciones, federaciones, confederaciones, fundaciones, obras sociales de cajas de ahorros, en definitiva 20 ó 30 tíos, multiplicados por miles, que ya se encargan de silenciarnos y dirigirnos bajo la desvergüenza del estado democrático y más desvergüenza, si ese estado democrático, aún se llama socialismo.
De seguir así la cosa no va a ser de extrañar que cada vez más personas con discapacidad y mucha vida por delante, pero por este sistema arrinconados, marginados e imbuidos, se acojan, no por derecho de dominio de su cuerpo, sino por la depresión que supone el saberse absolutamente desterrados de la sociedad a la nueva pretendida regulación socialista del quizás intencionadamente llamado suicidio asistido porque ¿quién se va a apuntar a vivir así en este puto infierno, por mucho que te llamen ciudadano “protegido”?
¡Peligro, peligro!
Mª Ángeles Sierra Hoyos
Fuente: Diario digital Insurgente
¿Qué será de nosotros, los del eslabón perdido? ¿Qué será de aquellos que vivimos bajo el paraguas de la dependencia, de la discapacidad, de la enfermedad, del empleo explotado, cuando no del desempleo, los pocos que una viven o vivimos del ridículo y miserable pensionismo, los que ni siquiera eso, pero a los que este hipócrita y desvergonzado sistema aun se atreve a designarnos como ciudadanos “protegidos”?
Solo el pensarlo me da miedo y sin embargo siento la imperiosa necesidad, una vez más de advertirlo, aun sabiendo que otra vez mis advertencias no servirán más que para que muchos más de los “míos” no me quieran comprender, por eso de que soy tajante, otros dicen radical y no es más que no me ando con blanduras ni con putos eufemismos. Doble peligro, doble advertencia, cuando en un colectivo hay que andarse por las ramas porque empieza a ser pecado llamarle al pan, pan y al vino, vino.
La realidad no es otra que nuestro Estado inventa leyes que no cumple, salvo en la reversión del dinero, porque ni siquiera preocupan al propio sistema jurídico aunque colisionan con los derechos humanos firmados y establecidos, pero no deja de derrochar en ello. Sigue invirtiendo cantidades multimillonarias en euros que deja al recaudo de los pancistas del sistema, las más de las veces “nosotros” mismos que dicen representarnos, seguramente compinchados con el insoportable y pesado ejército de lapas y parásitos, el corpus administrativo, que configuran las estructuras y parcelas de esos ciudadanos “protegidos” haciéndose ellos cada vez más poderosos y ricos.
Y mientras, nosotros aquí con estos pelos, desorientados, desinformados, adocenados, amansados, divididos, y entre tanto amordazados que para eso están primero en línea de representación, nuestras asociaciones, federaciones, confederaciones, fundaciones, obras sociales de cajas de ahorros, en definitiva 20 ó 30 tíos, multiplicados por miles, que ya se encargan de silenciarnos y dirigirnos bajo la desvergüenza del estado democrático y más desvergüenza, si ese estado democrático, aún se llama socialismo.
De seguir así la cosa no va a ser de extrañar que cada vez más personas con discapacidad y mucha vida por delante, pero por este sistema arrinconados, marginados e imbuidos, se acojan, no por derecho de dominio de su cuerpo, sino por la depresión que supone el saberse absolutamente desterrados de la sociedad a la nueva pretendida regulación socialista del quizás intencionadamente llamado suicidio asistido porque ¿quién se va a apuntar a vivir así en este puto infierno, por mucho que te llamen ciudadano “protegido”?
¡Peligro, peligro!
Mª Ángeles Sierra Hoyos
Fuente: Diario digital Insurgente
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