miércoles, 10 de septiembre de 2008

UNA PIONERA EN NUESTRO PAIS


Dolores Jiménez Alcántara (La Puebla de Cazalla, Sevilla, 28 de julio de 1909-Málaga, 14 de junio de 1999), conocida artísticamente como La Niña de La Puebla, fue una de las más grandes cantaoras de flamenco y de copla andaluza.
Hija de un barbero aficionado al cante, Dolores Jiménez nació en La Puebla de Cazalla (Sevilla). Un colirio mal compuesto le hizo perder para siempre la vista a los tres días de nacer. Con ocho años comenzó a recibir enseñanza especial y musical. A los 20 años, acompañada de su guitarra, actuó en un festival en Morón de la Frontera (Sevilla). Su carrera se lanzó imparable. Pasó de la interpretación de estilos más ligeros, como las colombianas o los fandangos, a otros solemnes, como la seguiriya o la soleá. Según sus propias declaraciones decidió dedicarse al cante profesional cuando oyó cantar al Niño de Marchena.
Estuvo casada con otro notable cantaor, Luqui­tas de Marchena (Lucas Soto Martín, n. en Lina­res, 1913-1965). De este matrimonio nacieron otros dos conocidos artistas del folklore andaluz: Adelfa Soto y Pepe Soto.
Su gran triunfo llegó antes de la Guerra Civil española (1936-1939), pero fue después cuando La Niña de la Puebla llevó a cabo una actividad artística casi frenética, en gira continua por toda España hasta los años setenta, representando cada año un espectáculo distinto: Ópera flamenca (1947), Pasan las coplas (1947), El sentir de la copla (1950), Toros y cante (1951), Noche de coplas (1953), Así canta Andalucía (1954), Herencia de arte (1955), Noche Flamenca (1963), Fantasía Flamenca (1970)... A lo largo de toda su carrera profesional trabajó con figuras legendarias del arte flamenco: Manolo Sanlúcar, El Cojo de Huelva, Pepe Marchena, Manuel Vallejo, José Cepero, Juanito Valderrama, Niña de Antequera, Pepe Pinto, El Sevillano, Rafael Farina, El Carbonerillo, El Corruco de Algeciras, José Menese o Camarón de la Isla. En 1987, se retiró de las tablas tras actuar en la Cumbre Flamenca que se celebró en Madrid. Pero reapareció en los escenarios en 1995 y ya no los dejó hasta que la muerte le sorprendió cuatro años después. Su último espectáculo tuvo que terminarlo antes de tiempo por encontrarse mal.
Una semana después de su fallecimiento iba a recibir la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes. Uno de sus hijos manifestó cuál era el mayor deseo de su madre: ser recordada por la colombiana Serranía del Brasil, que cantaba junto a su marido, el también cantaor Luquitas de Marchena. Siempre será recordada por el sabor popular que supo imprimir a todas sus interpretaciones, en especial en su versión de Los Campanilleros, más ligera y popular que la de Manuel Torre.
La Niña de la Puebla destacó -aparte sus Campanilleros- en tona­dillas, fandangos y malagueñas. Una cantaora de ritmo y compás, y en sus discos hay cantes por soleá, seguiriyas, malagueñas, villancicos, ta­rantas, granaínas, etc. Ha formado parte de las más importantes compañías de espectáculos fla­mencos. Residió durante muchos años en Málaga, ciudad en la que murió a causa de una hemorragia cerebral el día 14 de junio de 1999.

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